Es mejor no tener espejos grandes, ni de esos con aumento en la casa donde vive uno.
Es mejor no seguir hablando cuando la conversación perdió el rumbo y aparece un primer silencio largo.
Es mejor no intervenir entre hermanos.
Es mejor no competir entre amigos.
Es mejor no regalar nada que perder el tiempo buscando algo adecuado.
Es mejor trabajar que perder el tiempo.
Es mejor perder el tiempo trabajando.
Es mejor correr.
Es mejor moverse.
Es mejor dormir, despertarse.
Es mejor cuidarse.
Es mejor no preocuparse.
Es mejor prevenir.
Es mejor nutrir.
Es mejor morir.
Es mejor dormir.
Es mejor no atormentarse.
Es mejor no angustiarse.
Es mejor no quedarse mirando ese objeto ajeno y antiguo que no tiene dueño y no es de uno y no guarda, en realidad, ningún recuerdo.
Es mejor no ilusionarse.
Es mejor entusiasmarse.
Es mejor subir escaleras, andar en bicicleta.
Es mejor hablar.
Es mejor callarse.
Una pareja de hombres morenos vestidos como hace 20 años se vestía la gente en Chile, hablaba con una pareja de carabineros al alero del toldo del triciclo en que estos últimos se desplazaban. Estaban parados en una vereda sin pavimentar, detrás de ellos casas pareadas, delante y tras la avenida un parque seco y enrejado. Les relataban cómo dos tipos disfrazados de carabineros los habían asaltado no poco tiempo antes, les habían robado relojes y doscientos mil en efectivo. Yo me acercaba en la bicicleta, aunque sus voces las venía oyendo desde hacía mucho, con mi mochila a cuestas y dentro de ella mi hijo. Me detuve a decir a los dos hombres que uno de los carabineros con los que hablaban tenía zapatillas blancas, el otro pantalón gris y que los carabineros no se movilizaban en triciclo. Seguí mi camino, entrando por un pasaje a la población de casas pareadas que de ser de ladrillo pasaron a ser de adobe, cuando sentí llorar a mi hijo más lejos de lo que debería haber estado y en pánico tuve que volver por donde vine para recogerlo del camino polvoriento.
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-"¿cómo se llamaba esa época en que las mujeres sufrían? esa época ya pasó"-.
me dijo la cajera del supermercadoLabels: no sabe no responde, quote
con el cambio de template borré un par de cosas.
no lo quería escribir, pero me está penando.
No había muerto su madre, sino él. Íbamos al encuentro del muerto presente bien vestido con chaqueta de tweed, una caminata nocturna en bajada por la calle de mi infancia hasta llegar a la casa en que nos encontrábamos, todos, con él, como si volviera de un viaje, de la muerte. Su madre era la más feliz de verlo y lo recibía con el mismo arroz con alcaparras y maiz que me provocó la fiebre en la vigilia previa.
El absurdo encuentro me fijaba los ojos en la chaqueta, blanco, negro y algun otro color. Todo mal iluminado, amarillento difuso en fondo negro.
Una reunión amistosa que no era tan abierta como se esperaba, tan intensa como se esperaba. Porque a los muertos no se les espera, parece.
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